“Las constelaciones familiares no sirven”
“Son una pseudoterapia que va en contra de Dios”
“Hice una Constelación familiar y no me sirvió de nada”
“Llevo años haciendo Constelaciones Familiares, biodescodificación, terapia con ángeles, y no siento que nada me haya servido, sigo teniendo mala relación con mi mamá”
“Vi la serie Mi otra yo y quiero eso”…
Estas son frases que escucho o leo frecuentemente, sumadas a las dudas, críticas o interés que pueden surgir cuando se mencionan las palabras “Constelaciones Familiares”.
Me gustaría que en este punto querida lectora, querido lector, hagas de cuenta que nunca has escuchado las palabras y así yo puedo contarte con toda franqueza “Qué son las Constelaciones Familiares”, “Para qué sirven”, y “Qué se puede esperar después de una Constelación Familiar”.
Empecemos por mencionar que pueden considerarse un modelo terapéutico, una filosofía, un método que permite acceder a contenidos del inconsciente colectivo basado en el concepto de la fenomenología, y que está profundamente enraizado en la psicología.
Los conceptos primordiales fueron descritos por el terapeuta alemán Bert Hellinger a partir de sus observaciones y reflexiones, y los llamó “Las leyes del amor”, básicamente porque explican esa sutil manera inconsciente en que los seres humanos nos relacionamos con las personas de nuestra familia, incluso con aquellos que no conocemos.
En otros artículos he explicado sobre estas leyes, por lo que hoy quiero centrarme en compartir un par de conceptos que pueden ser la clave para transformar la vida y que dependen de la manera como veamos este modelo y cualquiera que esté en el ámbito terapéutico: la visión y la responsabilidad.
“Mientras esperamos que para nuestra alma cambie algo si otros cambian, nos ponemos a merced de terceros. El hecho de abandonar esta esperanza nos centra y nos da fuerza”
Bert Hellinger
La visión:
Nos dice la física cuántica que el observador puede alterar lo observado, es decir, que nuestra visión del mundo puede condicionar lo que nos sucede y la manera como percibimos la información; pero yo me pregunto, ¿y cómo se construye y se cambia la visión?
En general, nuestra manera de ver el mundo y sus vicisitudes está determinada en buena parte por los patrones mentales y emocionales con los cuales hemos crecido o que hemos heredado, y que forman parte de eso que Jung llamó “el inconsciente colectivo”. Sin embargo, no somos una “caja reproductora” de patrones, sino que tenemos la capacidad de reflexionar sobre ello desde una edad determinada y empezar a decidir qué caminos queremos tomar y cuáles no. El impulso inconsciente es a seguir por el mismo camino trazado por los anteriores (como nos explica Hellinger en su concepto del amor ciego), básicamente por el miedo a ser diferentes y a sentirnos rechazados por eso que llamamos “el clan”, la familia, y que nos ha hecho crecer como especie. En lo profundo de nuestro cerebro hay una orden que puede superar a las órdenes conscientes: “si te alejas de tu clan, puedes morir de hambre y no tendrás quién te proteja”, ( y quién te ame). Pero, ¿qué pasa cuando nos damos cuenta que ese clan, ese sistema, tiene patrones que llevan al dolor? Según Hellinger, necesitamos desarrollar lo que él llama “la mala consciencia”, y que en su lenguaje significa aprender a diferenciarnos de nuestro clan y desarrollar la voluntad para escoger caminos diferentes. Es importante hacer una salvedad: este proceso sólo se puede dar cuando respetamos a los anteriores, sus decisiones y consecuencias, es decir, cuanto miramos a la historia sin juicio y desde el amor.
La visión se construye con la interacción que sucede entre lo que recibo de mi familia y lo que yo soy, con la mirada espiritual que tengo y con la suma de decisiones de mi vida adulta. Dice Eduardo Galeano “Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”, y es en el ejercicio de la voluntad que aprendemos cómo cambiar los patrones heredados para atravesar el sufrimiento y escoger nuestros propios caminos.
Trascender el dolor:
Los seres humanos por excelencia huimos del dolor, es un instinto. Si un árbol tiene espinas, desde niños aprendemos a no tocarlo, a alejarnos. La medicina desde tiempos inmemoriales busca formas de eliminar el dolor, y en el ámbito psicológico se buscan estrategias que ayuden a minimizarlo. Esa es la visión desde el mundo occidental, en general.
La mirada espiritual de oriente nos habla de algo distinto, especialmente el Buda con sus cuatro nobles verdades y su óctuple camino, que nos explica de manera muy inteligente que el sufrimiento es inherente a la vida y que si queremos extinguirlo, debemos ir a mirar sus causas. Sencillo y claro. Si me duele la cabeza, puedo tomar dos caminos, tomarme un analgésico (que tendrá un efecto limitado) o puedo tratar de averiguar por qué me duele, y seguir la pista para saber dónde está la causa.
Estas causas del sufrimiento no siempre son visibles, y muchas veces el origen viene precisamente del sistema familiar, porque eso que llamamos “alma”, “conciencia” o “espíritu superior”, no nos permite dejar nada sin resolver; para eliminar el sufrimiento que proviene del ego, de la sombra, de la separación con nuestro yo superior, es imprescindible atravesar los diferentes niveles del infierno y del purgatorio como lo explica Dante en su Divina Comedia. La conciencia nos fuerza a repetir las lecciones hasta que las aprendamos.
En palabras de Carl Jung, “No es posible despertar a la conciencia sin dolor. La gente es capaz de hacer cualquier cosa, por absurda que parezca, para evitar enfrentarse a su propia alma. Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad”.
Ahora volvamos a las Constelaciones Familiares…
¿Qué son?
Un método que nos permite ver la sombra personal y familiar, el sufrimiento que ha ido pasando de generación en generación, y nos muestra un camino para salir de allí, con consciencia.
¿Para qué sirven?
Si me duele la cabeza, y es un dolor que he tenido durante muchos meses, probablemente el médico me mande a hacerme exámenes, una radiografía o un examen que muestre qué pasa al interior. En esos mismos términos, el método de las Constelaciones Familiares nos permite “ver, escuchar y dialogar” con los dolores guardados de manera inconsciente en esa gran web que está constituida por los vínculos familiares o con aquella personas que han formado parte de nuestra historia. Es como “meternos en la película” del pasado, en blanco y negro, descubrir con qué personajes nos hemos identificado de manera inconsciente y a partir de ahí, escribir nuevamente el guión en colores con decisiones conscientes sobre lo que queremos incluir.
¿Es suficiente con hacer la radiografía para que se nos quite el dolor de cabeza?
Probablemente no, el médico nos enviará un tratamiento acorde con los descubrimientos y depende de nosotros seguir sus indicaciones, cambiar nuestros hábitos o realizar las acciones necesarias para que el dolor cese.
En las Constelaciones, como en cualquier método terapéutico es igual. Ver la foto, descubrir el origen de algo, decir unas frases sanadoras o realizar movimientos de inclusión, orden o reconocimiento, no son suficientes en la mayoría de los casos.
¿Qué podemos esperar después de una Constelación Familiar?
Si llegamos con grandes expectativas, es probable que el resultado nos decepcione. En muchas ocasiones he visto personas que llegan a constelar esperando “descargar”un peso de su vida sobre un antepasado, encontrar “el culpable” para poder ahora sí ser felices, y creo que este es uno de los mitos que más nos impide avanzar. La Constelación nos muestra sucesos o traumas del pasado que tienen un eco en nuestra vida, y que son lecciones por aprender nuestras y de nuestro sistema.
¿Puedo esperar que cambien cosas de manera inconsciente?
Sí, se producen movimientos interiores; sin embargo, no es suficiente, casi siempre es necesario “soltar” tristezas, rabias, resentimientos, patrones emocionales y mentales que se han instaurado como programas parásitos en nuestro cerebro que condicionan nuestros pensamientos y por ende, nuestra vida. Este trabajo, es un camino personal que se puede seguir de muchas maneras.
Si durante muchas generaciones hemos aprendido a “esquivar” el dolor desarrollando patrones de huída, congelamiento, pelea o seducción ( fly, freeze, fight, fawn) no podemos esperar que una terapia nos quite mágicamente las consecuencias que esto produce. Pueden producirse cambios, eso es claro. En ocasiones la Constelación revela detalles que producen una transformación inmediata de una situación, en otras inician un proceso o lo aceleran, y siempre pueden aportar elementos de consciencia valiosos que nos ayuden a transformar la vida, sin embargo, depende enteramente de nosotros si “tomamos” el resultado o no.
Si pienso que la pastilla que me da el médico no me va a servir y no me la “tomo”, pues evidentemente el dolor no se quita. (“La constelación no me sirvió, perdí mi dinero porque sigo teniendo mala relación con mi mamá”)
¿Si participo en una Constelación se me “quedan pegadas” cosas de las personas que represento?
No, ser representante es como servir de “espejo” para mostrar algo del sistema familiar de una persona, y como tal podemos experimentar emociones, sensaciones o pensamientos relacionados con esa persona. Esto es lo que aporta el método fenomenológico, y la ciencia lo ha explicado como la activación de las neuronas espejo. Sin embargo, lo que sí puede suceder es que las vivencias de esa persona despierten ecos en nuestro propio ADN, de traumas en nuestro sistema familiar, y es aquí donde ser representante es una oportunidad preciosa también de sanar nuestros asuntos sin resolver. Si me “quedo” con emociones o sensaciones, es porque esa información es mía y se me presenta la oportunidad de mirarla y sanarla.
La consciencia como guía:
En la escuela de la vida, los maestros se llaman papá, mamá, hermanos, pareja, hijos, socios, jefes, amigos y cada uno representa asignaturas que debemos cursar en esta vida para avanzar; de lo contrario, repetimos el curso per secula seculorum.
¿Y cuáles son las asignaturas? todo lo que nos hace conectar con nuestro yo superior, con nuestra alma, lo que nos acerca a Dios, a descubrir su presencia en nuestro propio corazón y actuar como hijos suyos, llenando de luz las sombras de nuestra personalidad que es en realidad lo que nos separa de su amor infinito, ese del que nos hablan los místicos, iluminados y seres humanos que han logrado una gran evolución espiritual. Ese del que nos habló Jesús de manera magistral, en parábolas que trascendieron los siglos. Así que, como cualquier método o filosofía que nos ayude a ser mejores seres humanos, a evolucionar espiritualmente, las Constelaciones Familiares son una forma de acercarnos a Dios, a la divinidad, un camino que nos ayuda a eliminar los obstáculos del ego.
¿Hacer una Constelación Familiar puede transformar mi vida?
Sí, puede hacerlo. Para que suceda, necesito ver, sentir, escuchar y reflexionar sobre ella, tomar las decisiones que me ayuden a salirme del camino conocido que me lleva de nuevo al sufrimiento, renunciar a los reclamos sobre lo que salió mal en el pasado, dejar a un lado las culpas y tomar responsabilidad por lo que me corresponde cambiar y encontrar nuevos caminos que me ayuden a llegar a destinos nuevos.
La Constelación puede ayudarme a cambiar la visión con la que miro el mundo, a cambiar de Perspectiva.
Renunciar a las “ganancias ocasionales” que provienen de ser víctimas de las circunstancias, es un paso imprescindible. Eso significa que no sigo “culpando” a los otros de lo que me sucede ( mirada al pasado) sino que me “ocupo” de repararme al interior para poder caminar hacia adelante y avanzar con nuevos aprendizajes.
Los terapeutas, consteladores, facilitadores, somos acompañantes del camino, podemos usar nuestros conocimientos, experiencias e intuición para señalar las causas del sufrimiento, pero no podemos tomar decisiones por la persona que consulta, nuestra labor es acompañar a que asuma la responsabilidad en su proceso y encuentre nueva información que le permita dar los pasos necesarios.
No, las Constelaciones Familiares no son mágicas, la magia la hace la persona que a partir de ahí, transforma su vida.
Marcela Salazar
P.D:
Para las personas que puedan tener interés en conocer artículos e investigaciones que evidencian los efectos de las Constelaciones Familiares, dejo algunas referencias.
1. The effectiveness of family constellation therapy in improving mental health: a systematic review
2. An updated systematic review on the effectiveness of family constellation therapy
9. Clients’ Experiences of Family Constellations in Psychological Healing 10. A difficult adjustment to school: The importance of family constellation